Hacer ejercicio es clave para mantener una buena salud, pero, en España, casi 4 de cada 10 adultos no alcanzan los niveles mínimos recomendados por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Esta falta de actividad física no solo puede llegar a tener incidencia en el exceso de peso, sino que también puede afectar al bienestar general, al estado de ánimo y al riesgo de desarrollar enfermedades metabólicas o cardiovasculares.
A pesar de que sabemos que movernos es beneficioso, la vida diaria hace que muchas veces el ejercicio quede en un segundo plano. Y cuando llega el frío, la motivación baja todavía más: apetece quedarse en casa y la “pereza” aumenta de forma natural.
Por eso, entender qué hay detrás de esta falta de movimiento es fundamental para poder revertirla.
¿Por qué nos cuesta tanto hacer ejercicio? (y más, cuando llega el frío)
Nuestro cerebro está biológicamente diseñado para ahorrar energía. Durante muchos años, moverse solo tenía sentido para sobrevivir: cazar, huir o protegerse. Hoy, con un entorno lleno de facilidades, evitamos inconscientemente el esfuerzo innecesario.
A esto se suma que el descanso ofrece recompensas inmediatas: ver una serie, revisar el móvil o tumbarse en el sofá generan una sensación de placer instantáneo. El ejercicio, en cambio, aporta beneficios que se perciben a medio y largo plazo, lo que dificulta mantener la constancia.
En invierno, esta tendencia natural se intensifica. La menor exposición a la luz puede reducir la motivación. Los días cortos alteran las rutinas y aumenta la búsqueda de confort inmediato, como quedarse en casa o reducir el movimiento.
Cómo romper el círculo del sedentarismo
No es necesario entrenar durante horas. Pequeñas acciones integradas en el día a día pueden marcar una diferencia real. Felipe Isidro, Responsable del Área de Actividad Física de PronoKal, recomienda:
- Empezar por lo que puedes hacer hoy. Pequeñas “ráfagas” de actividad física, como caminar 10 minutos después de comer o subir escaleras, suman más de lo que parece.
- Asociar el movimiento a algo placentero. Escuchar música, caminar acompañado/a o elegir espacios al aire libre ayuda a mantener la constancia.
- Integrar el ejercicio en la rutina diaria. Aparcar un poco más lejos, levantarte de la silla cada hora o hacer algunas sentadillas durante una llamada son gestos simples pero efectivos.
- Seguir un plan guiado y supervisado. En PronoKal, los programas incluyen recomendaciones de ejercicio personalizadas y adaptadas a cada fase del tratamiento, con especial atención a preservar la masa muscular y mejorar la composición corporal.
La evidencia científica es clara: la actividad física mejora el metabolismo, protege la masa muscular y ayuda a mantener la energía y el bienestar. Con pequeños pasos diarios, el ejercicio deja de ser una obligación y se convierte en una herramienta de salud a largo plazo.
Pequeños cambios hoy pueden significar grandes beneficios mañana.
