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Cómo saber si realmente tengo hambre

12 Ago 2020

¿Sabías que las emociones influyen en tu alimentación? Seguro que alguna vez te ha pasado que has comido por tristeza, por enfado o por nerviosismo. Si tu respuesta es sí, no pasa nada, es algo que sucede con frecuencia, sobre todo en personas que están siguiendo una dieta para perder peso. En este artículo vamos a aprender a diferenciar el hambre emocional del hambre fisiológica. 

 

Como ya hemos explicado en otras ocasiones, PronoKal no es solo una dieta para adelgazar. El Método PronoKal es un tratamiento multidisciplinar en el que, además de la salud y la alimentación, cuidamos del bienestar del paciente, tanto físico (desde el área de Actividad Física) como emocional (desde el área de Coaching). Es precisamente desde el coaching que podemos identificar bloqueos y resistencias que pueden aparecer durante el proceso de pérdida de peso, ayudándote a resolverlos para que puedas conseguir tu objetivo.

En este sentido, hoy hablaremos de cómo identificar el hambre emocional del hambre fisiológica. A veces las personas respondemos con comida a lo que en realidad requiere de otro tipo de respuesta. Los pensamientos influyen en nuestras conductas y lo hacen a través de un poderoso mecanismo que es la emoción. Antes de aprender a diferenciar el hambre fisiológica del hambre emocional, queremos compartir contigo una afirmación que realizó un reconocido psiquiatra llamado Victor Frankl.

Frankl explicó cómo en la distancia que existe entre el estímulo y la respuesta, podríamos medir la libertad humana. Es decir, que si aparece un estímulo e inmediatamente das respuesta, ese sería el espacio de tu libertad. Si viene a ti un pensamiento sobre un alimento (que a lo mejor deseas pero que, en este momento del tratamiento, no está permitido) y, nada más aparecer el pensamiento, vas a la conducta, no estás eligiendo ni estás siendo libre. Estás reaccionando de una forma mecánica.

De la misma manera, si aparece una emoción e inmediatamente intentas apagarla comiendo, tampoco está siendo libre libre. Por eso es esencial aprender a ampliar ese espacio entre el estímulo y la respuesta y para ello vamos a explicarte las diferencias básicas entre el hambre físiologica y el hambre emocional.

El hambre fisiológica se desencadena por una sensación física y real. Quizás una sensación de vacío en el estómago, o una cierta sensación de debilidad o de mareo, mientras que el hambre emocional está desencadenada por un estímulo emocional, como la tristeza, el aburrimiento, el nerviosismo o el enfado. Otra de las diferencias es que el hambre fisiológica aparece gradualmente, mientras que el hambre emocional es bastante repentina: el hambre fisiológica puede esperar, mientras que el hambre emocional se vive como si fuese una emergencia dar una respuesta inmediata a ese estímulo emocional. El hambre fisiológica no desencadena pensamientos relacionados con las sensación física de hambre que se está sintiendo. En cambio el hambre emocional sí que desencadena pensamientos sobre la emoción que se está sintiendo.

Estos son algunos criterios diferenciadores que te pueden ayudar a darte cuenta de si lo que estás sintiendo realmente es hambre o lo que estás sintiendo es una emoción. ¿Quieres saber cuál es la estrategia para ampliar la distancia entre el estímulo y la respuesta? Cuando creas que tienes hambre, en primer lugar, pregúntate: ¿cuánto tiempo ha pasado desde la última ingesta? En la respuesta que te des a ti mismo o a ti misma ya puedes encontrar una pista de si lo que tu cuerpo necesita es realmente energía a través del alimento o quizás estemos más en la línea del hambre emocional.

Una vez te has dado cuenta del tiempo que ha pasado desde la última ingesta, presta atención a las sensaciones físicas y reales qué sientes en el cuerpo asociadas al hambre. O quizás puedas observar la ausencia de esas sensaciones físicas. Si esto es así, pregúntate: ¿qué estoy sintiendo? y ponle nombre a esa emoción. Etiquetar las emociones nos ayuda a bajar su intensidad. Simplemente date cuenta de «esto que siento es tristeza» o «estoy sintiendo nerviosismo», «estoy enfadado en este momento»… Solo sé consciente de ello, pero no empieces a generar pensamientos relacionados con eso que estás sintiendo, con las causas o con las consecuencias de lo que estás sintiendo. Solo ponle nombre.

Si te das cuenta de que esa emoción es muy intensa en ese momento o de que no puedes frenar los pensamientos asociados a ella, entonces lleva la atención a la respiración. Durante unas 10 respiraciones date cuenta de las sensaciones físicas qué sientes en la nariz con la entrada y la salida del aire, prestando atención plena a esas sensaciones mientras cuentas hasta 10 respiraciones. Y cuando llegues a 10, pregúntate: ¿qué quiero hacer en este momento? Y elige si la mejor respuesta a lo que está ocurriendo es comer o no. Con esto habrás conseguido ampliar la distancia entre el estímulo y la respuesta, con lo cual serás mucho más capaz de elegir la conducta saludable que te acerque a tu objetivo deseado: perder peso.

Pero, sobre todo, recuerda que es muy importante llevarse bien con las emociones. Las emociones son mensajeras y todas son buenas. A veces, lo que nos hace sentir una emoción nos resulta desagradable y por eso las etiquetamos como negativas, pero todas las emociones tienen un mensaje para nosotros. «No mates al mensajero sin haber recibido el mensaje».

Hoy nos hemos centrado en la influencia de las emociones en la conducta alimentaria pero tener una buena relación con las emociones es una de las claves de la felicidad. Esperamos que sea útil para ti y sobre todo recuerda que, lo que cambia la vida no es la información que recibimos, sino lo que hacemos con esa información. Para que esto funcione, tienes que llevarlo a la acción.

 

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